Poesía en tiempos de coronavirus



Reloj de arena


El tiempo que pasa
el tiempo que pesa
el tiempo que lleva,
en su vientre mágico
donde nada inquieta,
criaturas muertas
y allí nos revela
luminarias ciegas.



Una vida

Hay una vida sin ti
en los nuevos abrazos,
las mesas de café
y pasear sin pasos.
Hay una vida sin mí
en paso a recogerte,
y tengo prisa por llegar a verte,
en la arena de los días de playa
y andar desnudos bajo las sábanas.



Frutos

Mi padre me enseñó
a comer ciruelas.
Admiraba su destreza
al degustar la fruta
y su alta presencia.
Me enseñó
a morder sutil
su pellejo oscurecido
y sorber su carne roja.
Me enseñó con esmero
y aprendí
a chupar hasta el hueso
toda su pulpa.
Me animó a saborear
su ácida dulzura
y a escarbar en su aroma
de siesta de verano,
a mancharme los labios
y las manos
del néctar de los días.
Mi padre me guio
en el dulce aprendizaje
de saber gustar
la vida.
Ahora hay un recuerdo
imborrable a ciruelas
en la caída roja
de la tarde de estío.






Diéresis

Esas dos pequitas que estiran la lengua,
lunares chiquitos,
coronan cabezas de las úes mudas.
Manchitas al viento sobre la escritura.
Un par de guisantes bajo un gran colchón,
me quitan el sueño.




Constructo

A veces dejo todo
y me aparto de mí lo suficiente
como para encontrarme a solas
con el nadie que soy.
Entonces me doy cuenta
que estoy hecho
de la arenisca de los días
y de la arcilla del recuerdo,
del viento oscuro de la noche
que levanta muros de soledad
y del titilar longevo del tiempo.
Soy materia ocupada por su esencia.


Invocaciones

Necesito una sonrisa
necesito un buen café
necesito una mañana
que me levante las ganas
de andar el día otra vez.



Dispensario

Una noche
en las urgencias médicas
se cruzó la muerte con tus ojos
sin levantar la vista.
La bata blanca y tu sonrisa
en la sala de espera de la vida.



Desasosiego

En este sinvivir
que no pasan las horas
ni soy quién quise ser
ni soy quién quiero ahora
ser este perdedor
de tiempo y de memoria,
que quiero ser contigo
la suerte de haber sido
solo una causa a solas.



Esclavitud

Cautivo en la galera
de la vida y el amor
remé y remé a la espera
de un puerto acogedor.



Lecturas

Hay poemas que son sólo una impresión somera,
se te vienen encima como llega el invierno.
Ni convinimos por qué ni de qué estaban hechos.
No recuerdas sus nombres ni sus rimas señeras.

Después llegaron otros algo más atinados
pero vagos, ligeros. Y la insistencia en ellos
su acierto fue ensayando en meticulosos versos.
También el tiempo a estos los pasaría por alto.

Restaban esos otros que atrapamos velados
por alguna turbación infiltrada en las venas.
Esos como yedra crecieron sin darnos cuenta
ligados a nuestro corazón. Enamorados.

Ocurre en la vida así con todo cuanto amamos.
Pronto nos engatusan los mimos y los gestos
triunfales. Luego más tarde llega alguien, tremendo
amor definitivo, al que vencido nos damos.



Cotidiana

Salió a comprar
una barra de pan,
se colocó
una sonrisa fresca
—su pelo viso al sol—,
y recorrió las calles
para tomar sus sueños
y vivir su pasión.



Perenne flor

Imperturbable
rosa,
no la rosa en su piel
arrugada en las horas,
la que tarda en romper
dentro del ser,
rosa enraizada
en la tierra abonada
del corazón.
Rostro de la alegría
gozosa flor.



Astros

Solo el objeto soy
que tu luz ilumina
si te apagas me apago
y entre tinieblas vivo
como materia oscura.



Consonancias

La vida es un poema
recitado a fragmentos,
imperfecto.
La amistad es un verso
pronunciado en aprecios,
consejero.
El tiempo es un soneto
donde rima el afecto,
predilecto.



Ocupaciones

Como quien va al mercado
temprano en la mañana
y compra la verdura de ese día,
el pan, la fruta, la leche y el pescado.
Y vuelve luego a la épica
de su vida habituada
a colocar la ropa en los armarios
abrir ventanas y airear la casa.
A la heroica tarea
de no venirse abajo
y como faena más
vivir sin importancia.



Ignición

Cuando leo un poema
arden sonoros versos
quemándose en el aire.
Candente su prosodia
oratoria de fuego.
Un poema es la lumbre
que incendia las palabras
abrasados los labios
que locuaces pronuncian
ardiente el pensamiento.
Un poema no es nada
más que lene pavesa
que en la noche fulgura.



Regreso

Tu amor en la cocina
me cuenta, en charla amena,
el día que ya no es tuyo
ni tuya la obra interpretada,
porque la página pasada
hace que tu pequeña historia
sea nota aguda que vibra
–solista en la memoria–
al pasar las exiguas hojas
de la partitura en mi espera
que descifra tus formas.



Otro abril


Están lloviendo ángeles
en la tarde amustiada
mientras un círculo de luz ceniza
encierra los últimos seres
rezagados en el aire.

A veces llueven ángeles
sobre el asfalto duro
de las palabras
y se encharcan los pulmones
del sucio aire
y el día moribundo.

Siempre me muero a estas horas
y con la noche resucito
vampiro torpe de las madrugadas
que no encuentra su sitio.

Callaré si me lo pide
el alba sin aurora
la suerte del día aletargado.

A veces llueven plumas
ligeras y volátiles,
otras, llovizna espuma,
en mis horas mortales.



habitabilidad

entornada la puerta de la tarde
entró tu ausencia
y me dolió el vacío
no por ver tu corazón amar de nuevo
me dolió
porque ahuecó el mío
dejándolo en las cuatro paredes



que lo ocupabas con días de centeno
y noches de vino
amueblando de caricias los rincones
con moldes de dulzura
fragmentos de la delicadeza
en lazo tus palabras
tu sombra derramada por las costuras
de la casa

ahora hay un gran dolor tras tu fuga
por el ventanal que mirábamos los sueños
y el cielo detenido para volver a mirar




Crepuscularia

Incendio tras incendio
la vida arde
en ocasos marinos
y calcinadas tardes
que mis ojos soñaron
entre abrazos
besos de aire.

Hoy cenicientas
pasan las horas clónicas
y en ese fuego
una llama heladora
consume y quema
parpadeo del agua
en cascada de sueños.



Magisterios


Cien años he tardado en pensar este verso

que ahora cae, sobre el papel, a plomo.

Un siglo de soledad escribiendo

sin una goma de escolar

con que borrar las cosas que están mal,

salpicadura de palabras heridas

rotos de desesperación,

el tono helado de la risa falsa

y un cuaderno pautado donde anoto

la caligrafía de todos los sueños.










La mujer rayo


Se me han roto las calles

en el vientre de la mañana azul

el puñetero tráfico

la urbanidad cansada

la estación de los pasos que perdí,

y bebo los sueños ingobernables

y rasgueo acordes de libertad

rebelde ante el miedo y el dolor.



Diez


Son las diez y me hablas

mientras te miro

desde este corazón tallado

por el tiempo indubitado.

Has arrancado de mí

la fealdad herrumbrosa

de mi destierro,

la lengua trapajosa

del desaliento.

Ya te diré si sueño

o es otra cosa

cuando tatúas en mí

una sonrisa diosa,

serena crepuscularia

de las rosas

tus besos como plumas

posados en mí aéreos.






La amistad


Poeta, dulce poeta,

pájaro que cada día

debe reinventar su vuelo

y con sus alas tocar

como nube roza el cielo

el ala del compañero

y remontar desde el sueño

inquebrantable y sincero.




Parada


Parada frente al mar

mientras tu mundo gira

orquídea de cristal,

la vida sale al paso

florece la ilusión

y tú abres las alas

de la sonrisa

siempre entusiasta

para los días que traerán

paz y esperanza.

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