Poema definitivo

 


La muerte no va a esperar

a que escriba mi último poema

el siempre perseguido

perfecto poema de las felices horas

de la excelsa armonía de las letras

de insumisa alegría.

 

Me cogerá a traspiés

entre este verso y otro no nacido

me enviará al retorno

de lo que siempre he sido

un ser entre otros seres

que en gentío me han precedido.

 

Es por eso que cada día la espero

detenido en el espigón rompiente

de la ola y la caricia

sobre los cabestrantes de la aurora

en un país de islas luminosas

allende de urgencias y de prisas,

con la cabeza alta

el corazón caliente

 

de los besos y las risas.

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