LUCÍFERA EXPOSICIÓN

Qué sé yo de este temblor que me sacude
-súbita destemplada-
y tantas ganas de excoriar la cutícula lene
de tu agógica luz, luminaria del cuerpo.
Y en las enhiestas antenas del corazón
la vaga caricia sacralizada
rozando tu curva positiva.

Qué sé yo de esa vanagloria que despliegas,
de ese fútil chasquido que estira tu saliva
cuando me dices no
bajo la húmeda bóveda de tu boca.
Y se te cuela adentro una sonrisa
-claro cristal, claro-
que me salta a la vista.

Qué sé yo de esa noche distinta que extrañeces
Bajo el conjuro de tus acidulares alas
-vuelo de máscaras-
¡y esa rara emoción de tus palabras!
La interrogante del deseo cercano
y mi insistencia por el continente de tu piel,
narcotráfico balbuceante al amanecer.

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