Erguidos



Pido que se pongan en pie los marginados
los que no tienen voz ni apenas nombre,
que se levanten los apesadumbrados
los que no son nadie y tosen.
Los que llevan a rastras la existencia.

Pido que se pongan en pie los resignados
los que saben llorar y se emocionan,
que se vengan arriba los que apenan
y los que salen tras la lluvia a oler la tierra.
Los que se cruzan en los soportales
de la vida interior y la miseria.

Pido que se pongan en pie los rechazados
los que son omitidos, los no representados
y los que no son tenidos en cuenta.
Que se yergan los que no han sido invitados
a la fiesta brutal de la opulencia
y comen bocadillos tirados en las aceras.

Pido que se alcen los golpeados
los del destino aciago
los que tienen dolor de espalda y no se quejan,
los que hurgan en la basura
los que se mantienen en pie sin que se caigan
y los desmemoriados que el alma les sorbieron.
Los que se mueren de frío y el corazón les tiembla.
Pido que se yergan los que son poquita cosa,
los refutados, los inexactos, los preocupados,
los infelices, amilanados, los desterrados y los apátridas,
arrinconados y olvidados, los expulsados y demorados,
los repudiados, los despreciados y maltratados,
y los solitarios que andan contra el viento.

Pido por ellos y por todos nosotros,
enhiestos árboles de la convivencia
levantados a mantener la dignidad de ser
a elevar el valor de la vida
que pronuncia los nombres exactos
de la libertad, de la igualdad y lo fraterno,
con la cabeza alta y la mirada al cielo.
Pido por todos.

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