Objetos perdidos


Hoy he perdido la tarde
y no sé dónde fue a parar.
También perdí un amor de juventud.
He perdido varias veces la calma.
Extravié las llaves de la casa
y perdí las muelas del juicio.

En mi habitual despiste de vivir
no sé dónde he puesto la sonrisa
que tú me regalaste.
Tampoco sé dónde tengo guardado
el Principio de Arquímedes
y me hundo porque no hay ninguna fuerza
que me empuje hacia arriba
igual al peso del fluido que desaloja mi cuerpo.

En esta larga lista de extravíos
uno no termina nunca de encontrar
dónde está la Oficina de Objetos Perdidos.

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