Son los
incomprendidos
los anulados
los rechazados
los marginales
hijos de la aurora
los que empuñan
el día bien temprano
y se arrebujan
en el vagón de cola.
Son trozos de
carne florecida
desde el oscuro
aire
que juntó dos
cuerpos en la alcoba.
Los que no
tienen pulso
y sobreviven al
sunami
del tiempo y la
memoria.
Los últimos de
la fila
los opuestos,
los contestatarios
los que llegan
cuando ya no hay nadie
los infringidos
los que no
tienen sombra
los que bailan
a solas
los que cruzan
a ciegas
los que no
dicen no.
Los que nunca
se rinden
aunque ya estén
vencidos.
Los que
escriben poemas
en los labios
ajenos,
los que labran
caricias
en texturas de
sal.
Los que barren
tristezas
y limpian pesadillas
para quitar el
miedo
donde anida el
temor.
Son los
esforzados
sin que haya
recompensa
los que no
tienen nombre
porque nadie
los nombra
los que no
tienen sitio
porque no hay
un lugar
que ampare su
vacío.
Son los
ineludibles
que hacen
posible un mundo
contrariando su
ser.
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