Reloj de arena
El tiempo que pasa
el tiempo que pesa
el tiempo que lleva,
en su vientre mágico
donde nada inquieta,
criaturas muertas
y allí nos revela
luminarias ciegas.
Una vida
Hay una vida sin ti
en los nuevos abrazos,
las mesas de café
y pasear sin pasos.
Hay una vida sin mí
en paso a recogerte,
y tengo prisa por llegar a verte,
en la arena de los días de playa
y andar desnudos bajo las sábanas.
Frutos
a comer ciruelas.
Admiraba su destreza
al degustar la fruta
y su alta presencia.
Me enseñó
a morder sutil
su pellejo oscurecido
y sorber su carne roja.
Me enseñó con esmero
y aprendí
a chupar hasta el hueso
toda su pulpa.
Me animó a saborear
su ácida dulzura
y a escarbar en su aroma
de siesta de verano,
a mancharme los labios
y las manos
del néctar de los días.
Mi padre me guio
en el dulce aprendizaje
de saber gustar
la vida.
Ahora hay un recuerdo
imborrable a ciruelas
en la caída roja
de la tarde de estío.
Diéresis
Esas dos pequitas que estiran la lengua,
lunares chiquitos,
coronan cabezas de las úes mudas.
Manchitas al viento sobre la escritura.
Un par de guisantes bajo un gran colchón,
me quitan el sueño.
Esas dos pequitas que estiran la lengua,
lunares chiquitos,
coronan cabezas de las úes mudas.
Manchitas al viento sobre la escritura.
Un par de guisantes bajo un gran colchón,
me quitan el sueño.
Constructo
A veces dejo todo
y me aparto de mí lo suficiente
como para encontrarme a solas
con el nadie que soy.
Entonces me doy cuenta
que estoy hecho
de la arenisca de los días
y de la arcilla del recuerdo,
del viento oscuro de la noche
que levanta muros de soledad
y del titilar longevo del tiempo.
Soy materia ocupada por su esencia.
Invocaciones
Necesito una sonrisa
necesito un buen café
necesito una mañana
que me levante las ganas
de andar el día otra vez.
Dispensario
Una noche
en las urgencias médicas
se cruzó la muerte con tus ojos
sin levantar la vista.
La bata blanca y tu sonrisa
en la sala de espera de la vida.
Desasosiego
En este sinvivir
que no pasan las horas
ni soy quién quise ser
ni soy quién quiero ahora
ser este perdedor
de tiempo y de memoria,
que quiero ser contigo
la suerte de haber sido
solo una causa a solas.
Esclavitud
Cautivo en la galera
de la vida y el amor
remé y remé a la espera
de un puerto acogedor.
Lecturas
Hay poemas que son sólo una impresión somera,
se te vienen encima como llega el invierno.
Ni convinimos por qué ni de qué estaban hechos.
No recuerdas sus nombres ni sus rimas señeras.
Después llegaron otros algo más atinados
pero vagos, ligeros. Y la insistencia en ellos
su acierto fue ensayando en meticulosos versos.
También el tiempo a estos los pasaría por alto.
Restaban esos otros que atrapamos velados
por alguna turbación infiltrada en las venas.
Esos como yedra crecieron sin darnos cuenta
ligados a nuestro corazón. Enamorados.
Ocurre en la vida así con todo cuanto amamos.
Pronto nos engatusan los mimos y los gestos
triunfales. Luego más tarde llega alguien, tremendo
amor definitivo, al que vencido nos damos.
A veces dejo todo
y me aparto de mí lo suficiente
como para encontrarme a solas
con el nadie que soy.
Entonces me doy cuenta
que estoy hecho
de la arenisca de los días
y de la arcilla del recuerdo,
del viento oscuro de la noche
que levanta muros de soledad
y del titilar longevo del tiempo.
Soy materia ocupada por su esencia.
Invocaciones
Necesito una sonrisa
necesito un buen café
necesito una mañana
que me levante las ganas
de andar el día otra vez.
Dispensario
Una noche
en las urgencias médicas
se cruzó la muerte con tus ojos
sin levantar la vista.
La bata blanca y tu sonrisa
en la sala de espera de la vida.
Desasosiego
En este sinvivir
que no pasan las horas
ni soy quién quise ser
ni soy quién quiero ahora
ser este perdedor
de tiempo y de memoria,
que quiero ser contigo
la suerte de haber sido
solo una causa a solas.
Esclavitud
Cautivo en la galera
de la vida y el amor
remé y remé a la espera
de un puerto acogedor.
Lecturas
Hay poemas que son sólo una impresión somera,
se te vienen encima como llega el invierno.
Ni convinimos por qué ni de qué estaban hechos.
No recuerdas sus nombres ni sus rimas señeras.
Después llegaron otros algo más atinados
pero vagos, ligeros. Y la insistencia en ellos
su acierto fue ensayando en meticulosos versos.
También el tiempo a estos los pasaría por alto.
Restaban esos otros que atrapamos velados
por alguna turbación infiltrada en las venas.
Esos como yedra crecieron sin darnos cuenta
ligados a nuestro corazón. Enamorados.
Ocurre en la vida así con todo cuanto amamos.
Pronto nos engatusan los mimos y los gestos
triunfales. Luego más tarde llega alguien, tremendo
amor definitivo, al que vencido nos damos.
Cotidiana
Salió a comprar
una barra de pan,
se colocó
una sonrisa fresca
—su pelo viso al sol—,
y recorrió las calles
para tomar sus sueños
y vivir su pasión.
Perenne flor
Imperturbable
rosa,
no la rosa en su piel
arrugada en las horas,
la que tarda en romper
dentro del ser,
rosa enraizada
en la tierra abonada
del corazón.
Rostro de la alegría
gozosa flor.
Astros
Solo el objeto soy
que tu luz ilumina
si te apagas me apago
y entre tinieblas vivo
como materia oscura.
Consonancias
La vida es un poema
recitado a fragmentos,
imperfecto.
La amistad es un verso
pronunciado en aprecios,
consejero.
El tiempo es un soneto
donde rima el afecto,
predilecto.
Ocupaciones
Como quien va al mercado
temprano en la mañana
y compra la verdura de ese día,
el pan, la fruta, la leche y el pescado.
Y vuelve luego a la épica
de su vida habituada
a colocar la ropa en los armarios
abrir ventanas y airear la casa.
A la heroica tarea
de no venirse abajo
y como faena más
vivir sin importancia.
Ignición
Cuando leo un poema
arden sonoros versos
quemándose en el aire.
Candente su prosodia
oratoria de fuego.
Un poema es la lumbre
que incendia las palabras
abrasados los labios
que locuaces pronuncian
ardiente el pensamiento.
Un poema no es nada
más que lene pavesa
que en la noche fulgura.
Regreso
Tu amor en la cocina
me cuenta, en charla amena,
el día que ya no es tuyo
ni tuya la obra interpretada,
porque la página pasada
hace que tu pequeña historia
sea nota aguda que vibra
–solista en la memoria–
al pasar las exiguas hojas
de la partitura en mi espera
que descifra tus formas.
Otro abril
Están lloviendo ángeles
en la tarde amustiada
mientras un círculo de luz ceniza
encierra los últimos seres
rezagados en el aire.
A veces llueven ángeles
sobre el asfalto duro
de las palabras
y se encharcan los pulmones
del sucio aire
y el día moribundo.
Siempre me muero a estas horas
y con la noche resucito
vampiro torpe de las madrugadas
que no encuentra su sitio.
Callaré si me lo pide
el alba sin aurora
la suerte del día aletargado.
A veces llueven plumas
ligeras y volátiles,
otras, llovizna espuma,
en mis horas mortales.
habitabilidad
entornada la puerta de la tarde
entró tu ausencia
y me dolió el vacío
no por ver tu corazón amar de nuevo
me dolió
porque ahuecó el mío
dejándolo en las cuatro paredes
tú
que lo ocupabas con días de centeno
y noches de vino
amueblando de caricias los rincones
con moldes de dulzura
fragmentos de la delicadeza
en lazo tus palabras
tu sombra derramada por las costuras
de la casa
ahora hay un gran dolor tras tu fuga
por el ventanal que mirábamos los sueños
y el cielo detenido para volver a mirar
Crepuscularia
Incendio tras incendio
la vida arde
en ocasos marinos
y calcinadas tardes
que mis ojos soñaron
entre abrazos
besos de aire.
Hoy cenicientas
pasan las horas clónicas
y en ese fuego
una llama heladora
consume y quema
parpadeo del agua
en cascada de sueños.
Magisterios
Cien años he tardado en pensar este verso
que ahora cae, sobre el papel, a plomo.
Un siglo de soledad escribiendo
sin una goma de escolar
con que borrar las cosas que están mal,
salpicadura de palabras heridas
rotos de desesperación,
el tono helado de la risa falsa
y un cuaderno pautado donde anoto
la caligrafía de todos los sueños.
La mujer rayo
Se me han roto las calles
en el vientre de la mañana azul
el puñetero tráfico
la urbanidad cansada
la estación de los pasos que perdí,
y bebo los sueños ingobernables
y rasgueo acordes de libertad
rebelde ante el miedo y el dolor.
Diez
Son las diez y me hablas
mientras te miro
desde este corazón tallado
por el tiempo indubitado.
Has arrancado de mí
la fealdad herrumbrosa
de mi destierro,
la lengua trapajosa
del desaliento.
Ya te diré si sueño
o es otra cosa
cuando tatúas en mí
una sonrisa diosa,
serena crepuscularia
de las rosas
tus besos como plumas
posados en mí aéreos.
La amistad
Poeta, dulce poeta,
pájaro que cada día
debe reinventar su vuelo
y con sus alas tocar
como nube roza el cielo
el ala del compañero
y remontar desde el sueño
inquebrantable y sincero.
Parada
Parada frente al mar
mientras tu mundo gira
orquídea de cristal,
la vida sale al paso
florece la ilusión
y tú abres las alas
de la sonrisa
siempre entusiasta
para los días que traerán
paz y esperanza.
Salió a comprar
una barra de pan,
se colocó
una sonrisa fresca
—su pelo viso al sol—,
y recorrió las calles
para tomar sus sueños
y vivir su pasión.
Perenne flor
Imperturbable
rosa,
no la rosa en su piel
arrugada en las horas,
la que tarda en romper
dentro del ser,
rosa enraizada
en la tierra abonada
del corazón.
Rostro de la alegría
gozosa flor.
Astros
Solo el objeto soy
que tu luz ilumina
si te apagas me apago
y entre tinieblas vivo
como materia oscura.
Consonancias
La vida es un poema
recitado a fragmentos,
imperfecto.
La amistad es un verso
pronunciado en aprecios,
consejero.
El tiempo es un soneto
donde rima el afecto,
predilecto.
Ocupaciones
Como quien va al mercado
temprano en la mañana
y compra la verdura de ese día,
el pan, la fruta, la leche y el pescado.
Y vuelve luego a la épica
de su vida habituada
a colocar la ropa en los armarios
abrir ventanas y airear la casa.
A la heroica tarea
de no venirse abajo
y como faena más
vivir sin importancia.
Ignición
Cuando leo un poema
arden sonoros versos
quemándose en el aire.
Candente su prosodia
oratoria de fuego.
Un poema es la lumbre
que incendia las palabras
abrasados los labios
que locuaces pronuncian
ardiente el pensamiento.
Un poema no es nada
más que lene pavesa
que en la noche fulgura.
Regreso
Tu amor en la cocina
me cuenta, en charla amena,
el día que ya no es tuyo
ni tuya la obra interpretada,
porque la página pasada
hace que tu pequeña historia
sea nota aguda que vibra
–solista en la memoria–
al pasar las exiguas hojas
de la partitura en mi espera
que descifra tus formas.
Otro abril
Están lloviendo ángeles
en la tarde amustiada
mientras un círculo de luz ceniza
encierra los últimos seres
rezagados en el aire.
A veces llueven ángeles
sobre el asfalto duro
de las palabras
y se encharcan los pulmones
del sucio aire
y el día moribundo.
Siempre me muero a estas horas
y con la noche resucito
vampiro torpe de las madrugadas
que no encuentra su sitio.
Callaré si me lo pide
el alba sin aurora
la suerte del día aletargado.
A veces llueven plumas
ligeras y volátiles,
otras, llovizna espuma,
en mis horas mortales.
habitabilidad
entornada la puerta de la tarde
entró tu ausencia
y me dolió el vacío
no por ver tu corazón amar de nuevo
me dolió
porque ahuecó el mío
dejándolo en las cuatro paredes
tú
que lo ocupabas con días de centeno
y noches de vino
amueblando de caricias los rincones
con moldes de dulzura
fragmentos de la delicadeza
en lazo tus palabras
tu sombra derramada por las costuras
de la casa
ahora hay un gran dolor tras tu fuga
por el ventanal que mirábamos los sueños
y el cielo detenido para volver a mirar
Crepuscularia
Incendio tras incendio
la vida arde
en ocasos marinos
y calcinadas tardes
que mis ojos soñaron
entre abrazos
besos de aire.
Hoy cenicientas
pasan las horas clónicas
y en ese fuego
una llama heladora
consume y quema
parpadeo del agua
en cascada de sueños.
Magisterios
Cien años he tardado en pensar este verso
que ahora cae, sobre el papel, a plomo.
Un siglo de soledad escribiendo
sin una goma de escolar
con que borrar las cosas que están mal,
salpicadura de palabras heridas
rotos de desesperación,
el tono helado de la risa falsa
y un cuaderno pautado donde anoto
la caligrafía de todos los sueños.
La mujer rayo
Se me han roto las calles
en el vientre de la mañana azul
el puñetero tráfico
la urbanidad cansada
la estación de los pasos que perdí,
y bebo los sueños ingobernables
y rasgueo acordes de libertad
rebelde ante el miedo y el dolor.
Diez
Son las diez y me hablas
mientras te miro
desde este corazón tallado
por el tiempo indubitado.
Has arrancado de mí
la fealdad herrumbrosa
de mi destierro,
la lengua trapajosa
del desaliento.
Ya te diré si sueño
o es otra cosa
cuando tatúas en mí
una sonrisa diosa,
serena crepuscularia
de las rosas
tus besos como plumas
posados en mí aéreos.
La amistad
Poeta, dulce poeta,
pájaro que cada día
debe reinventar su vuelo
y con sus alas tocar
como nube roza el cielo
el ala del compañero
y remontar desde el sueño
inquebrantable y sincero.
Parada
Parada frente al mar
mientras tu mundo gira
orquídea de cristal,
la vida sale al paso
florece la ilusión
y tú abres las alas
de la sonrisa
siempre entusiasta
para los días que traerán
paz y esperanza.
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