Qué diapasón de horas muertas
alcobas sin sueño
delicado escapar de la vida
que pasa de la mano
mirando desde abajo como un niño
un siglo de espera y otro que no vendrá
cantando con media lengua
aquellas canciones imborrables
del arpegio hogareño
rezumbar de abejas y moscas
en el cristal atardecido
otra vez caminar
sobre el suelo mojado
de la hojaldrada amistad
y sorber la sustancia
fluyente del tiempo que se va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario