¿Cómo ha podido ser —se pregunta—
que el día se haya perdido
extinguidas sus veinticuatro cristalinas horas
y miles de segundos apilados
en la destrucción inútil de la vida cronófoga,
en la marchita flor de la existencia
sin haber hecho nada
que detenga este chorro de auroras
este surtidor de grafías,
esta erupción de empeños,
zozobrados en cráteres
de alegrías y desconciertos
en líquenes de ambición,
mientas el aire frío perfora los pulmones
y suena el ronco motor a decepción?
¿Cómo?
1 comentario:
Cuántos interrogantes que concluyen en uno, que encierra a todos.
A veces dejamos de tener dimensión del instante, perdemos la perspectiva, nos olvidamos de vivirlo y sobre todo de agradecerlo. Un placer estar en este espacio de poesía tan hermoso! Saludos
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