Ahora cuida el huerto
su último refugio donde alcanzar
la paz de la mañana
en calma el mar del tiempo
detenido sobre el verde de la parra
y el espejo azul de un nítido cielo.
Ahora que sabe del acercarse
de los cansinos y callados pasos
que la muerte trae en los zapatos,
mira en lo profundo
el humus del recuerdo casi clandestino
y un pensamiento amable
que imagina un destino cercano.
«No quiero ser una carga para nadie
ni serlo quiero tampoco para mí»,
enuncia testamentario y en voz alta
sobre su irrefutable fin.
1 comentario:
Triste poema pero de una belleza increíble.
Ojalá todos podamos llegar con esa paz como la que describes y en plenitud a la época de los pasos lentos . El sentimiento de ser "una carga para los que quedan y también para si mismo" siento que va de la mano con estos tiempos, en donde ya no se valora y se pierde bastante el respeto por el adulto mayor, cuando debería de ser todo lo contrario. Aún quedan culturas, en donde realmente lo que dice o hace un anciano se considera sagrado, por sus experiencias de vida. Aquí es todo lo contrario. Una pena.
Retomando, el poema, me encanto!!!
Abrazo y espectacular fin de semana!!!
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