Desamparos

 

A mí la poesía nunca me ha salvado de nada.

No me paró los golpes del viento helado

ni el dolor en el pecho

ni la incomprensión de los que viven al lado,

tampoco de quienes mandan

en todos los asuntos del género humano.

No me ha salvado de la ingratitud,

ni del desamor ni del desprecio

en un momento dado.


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