URBE PROVINCIANA



Dime que en esta torpe urbe provinciana
el sol marino, el viento ábrego
y los días endebles apuntan al trabajo:
contristadas las fuerzas y flacas las fortunas.
Gravoso el dulce aire que aturde respirar
la zafrada primavera henchida de pavesas
que inunda los pulmones de opal melaza.
Y el relato se abulta
hasta ahogar la parva luz que cegadora
escamonda los vértices de la urgencia cotidiana.
Un miedo intestinal
enyuga las sirenas que limpian el pescado
y cantan su prolijo silencio en la cocina,
mientras duermen cansados
tal vez de su miseria,
quizás sólo
de lo poco fiable que resultó con ellos la estadística azarosa,
los pobres pobres.

Dime que en esta torpe urbe provinciana
saludables los rostros salpicados por rastrojos de sol,
doblan su espina griseazul los campesinos
en busca de algún opimo sueño
contraído en la tierra desde acechadas zambras,
que las mamás políticas sueñan con posibles
y opulentos casorios de sus hijas queridas,
con brillantes carreras de sus vástagos machos.
Desde siempre, tal vez, encastadores
-del tiempo la memoria enardecida-
han relatado con simpleza brutal
la misma historia mil veces repetida
y a tibios tragos van bordando el vino en las tabernas,
los atávicos hombres.
Condenada la vida a un caminar pausado,
libando a picotazos el acíbar nectario
la árida resignación que se transpira
hasta la insondable espera.

1 comentario:

Gsús Bonilla dijo...

tanto tienes
tanto vales.

...mierdasociedad...