En tus supuestos besos
que ya no dejan huella,
porque fueron soñados
con fiebre de tabernas,
he tatuado un mensaje
hecho de gálvano y menta.
En tus presuntas palabras
un cargamento de especias:
eneldo, pimienta, sal,
azafrán, clavo y canela.
Tratante que soy del tráfico
de tu carga de belleza.
En tus probables caricias
marcadoras de la estela
que la quilla de tus manos,
como dulce carabela,
va dibujando a deshoras
sobre la piel traicionera,
una carta mercatoria
que descifra las mareas.
En tus fondos submarinos
he rastreado una estrella
que me entrega tu oscura
secuencia de enredadera.
Desde todos los estanques
donde fluye tu presencia,
tus miradas hipotéticas
narcotizan mi querencia.
Inocente navegante
de tus mares de azucena,
insospechado, suspecto
amante de tu sirena.

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